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04/09/2014
Al igual que sucede con otras economías del Golfo Pérsico, al pensar en Kuwait es el petróleo lo primero que viene a la cabeza. No faltan razones para ello: este pequeño país posee alrededor del 10% de las reservas mundiales de crudo, que representan casi la mitad de su PIB y la práctica totalidad (95%) de sus exportaciones.
Conscientes de esta sobredependencia de los hidrocaburos, las autoridades llevan años planteando la necesidad de diversificar la economía, pero sin haber llegado aún a soluciones de calado. Las tensas relaciones entre el Gobierno y algunos miembros del Parlamento han sido la última incidencia que ha bloqueado las reformas de diversificación que el país necesita o, más bien, que necesitará en el futuro, cuando el petróleo comience a escasear.
A pesar de que estas dificultades obstaculizan la renovación económica y el desarrollo de sectores con potencial, Kuwait es considerado, en términos políticos, como el país más abierto de la región.
A pesar de la estabilidad política, la diversificación económica se le resiste y la inversión extranjera, que está llamada a ser uno de los principales vehículos de la misma, continúa en niveles bajos, por lo que Kuwait sigue siendo el país del Golfo con menor recepción de capital foráneo. La situación se debe en parte a la legislación local, bastante restrictiva. El artículo 23 del Código de Comercio señala la obligación para un inversor no kuwaití de contar con un socio local, que no puede poseer menos del 51% del capital de la sociedad.
Las restricciones, sin embargo, han ido aflojándose progresivamente. A principios de 2003 entró en vigor una nueva ley de inversiones que permite a las empresas extranjeras tener el 100% de la propiedad en sectores distintos a la explotación del subsuelo y el de los hidrocarburos. A su vez, de esta misma ley se derivan exenciones fiscales para los inversores extranjeros, a cambio de que cumplan con unas cuotas mínimas de empleo reservadas a nacionales kuwaitíes.
A raíz de la puesta en marcha de esta ley, el clima para la inversión extranjera se ha vuelto más favorable, permitiéndose la entrada a operadores foráneos en la protegida industria petroquímica o el establecimiento de bancos extranjeros en el país.
A su vez, la promulgación en 2008 de una ley que rebaja las tasas impositivas que se aplican sobre los beneficios de las empresas extranjeras ha refrescado el escenario inversor; si bien los campos petrolíferos del norte del país continúan cerrados a los operadores extranjeros.
Inspirada parcialmente por el modelo de sus vecinos, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que han conseguido diversificar la economía en mucho mayor medida (ver nuestro reportaje “Emiratos, el ‘hub’ de Oriente Medio”), Kuwait cuenta además conuna zona franca en el puerto de Shuwaikh. Su atractivo principal reside en que muchas de las cargas a las que se enfrentan las compañías extranjeras, como el impuesto sobre beneficios de operaciones mercantiles realizadas en Kuwait, no se aplican a las empresas establecidas dentro de dicha zona franca. No obstante, y a diferencia del entramado de zonas francas de EAU, la de Shuwaikh no permite el control por parte de empresas extranjeras de las sociedades que se establezcan allí, salvo con permiso expreso del Ministerio de Comercio e Industria.
El organismo que encarna la voluntad, aún incipiente, de convertir el país en un gran destino para el capital extranjero, es laAutoridad de Promoción de Inversión Directa de Kuwait (KDIPA, por sus siglas en inglés), una entidad pública con una fuerte ambición que articula la visión del Emir kuwaití de la siguiente manera: “Transformar Kuwait en un centro comercial y financiero de talla internacional, con un sector privado que lidere las actividades económicas, donde se promueva la competitividad y se incremente la productividad”. Todo ello no solo requerirá tiempo, sino también mucha inversión.
Por el momento, esa visión parece lejana y las cifras de recepción de inversión en Kuwait son más bien modestas. Casi el 85% de la misma se dirige al emergente sector industrial, mientras que el 15% restante se reparte en el sector servicios.
Los mayores inversores en el país son Japón, Países Bajos, Estados Unidos y Francia, mientras que España figura en quinto lugar, por encima de la India, Suiza y el Reino Unido. A pesar de ese destacable quinto puesto de España, nuestras cifras inversoras en Kuwait no son cuantiosas: 19 millones de euros de inversión acumulada entre 2003 y 2012, lo que sitúa a Kuwait como el destino número 98 de la inversión española.
Si bien las cifras son modestas, las garantías legales e institucionales son firmes. España y Kuwait cuentan con unAcuerdo de Protección y Promoción Recíproca de Inversiones(APPRI) desde el 8 de marzo de 2008. Ese mismo año se firmó elConvenio para Evitar la Doble Imposición, publicado en el BOE en junio de 2013.
Además, se han realizado esfuerzos al más alto nivel político y diplomático para reforzar la presencia de la empresa española en el país árabe, como la visita del Rey Juan Carlos a Kuwait el 15 de abril de 2014, en la que se firmó un Memorando de Entendimiento de Cooperación en Infraestructuras de Transporte entre el Ministerio de Fomento de España y el Ministerio de Obras Públicas, Electricidad y Agua del Estado de Kuwait.
Las empresas españolas cuentan además con el incentivo de que los sectores de inversión más prometedores de Kuwait están en línea con los principales atractivos de la oferta española. Así, algunos de los sectores que más beneficiados se han visto por el incipiente auge inversor kuwaití son los del tratamiento y gestión del agua, la electricidad y las telecomunicaciones.
A partir de su creciente apertura e intención de alcanzar cierta preponderancia financiera, el país promueve activamente la inversión en su sector bancario y financiero. Es también especialmente receptivo a la inversión en sectores como la construcción y gestión de hospitales y el sector farmacéutico, el transporte aéreo y terrestre, el turismo, el sector inmobiliario y el desarrollo urbano. Sectores, por lo tanto, en los que la empresa española, lejos de ser una recién llegada, ha demostrado ya una sobrada proyección exterior.